La historia de Huacachina se remonta a siglos atrás, a la época del imperio incaico en lo que hoy es Perú. Según la leyenda local, la laguna de Huacachina fue creada por la diosa de las aguas, quien lloró lágrimas de tristeza al perder a su amado. Sus lágrimas crearon la laguna y las altas dunas que la rodean. Otra versión de la leyenda cuenta que una bella princesa inca se bañaba en una laguna cuando un cazador la sorprendió, y al huir, dejó atrás su manto, el cual se convirtió en las dunas de arena que rodean la laguna. La princesa, al ver al cazador, se convirtió en un oasis para siempre escapar de él.
Históricamente, se cree que Huacachina fue un lugar de descanso y curación para los lugareños durante siglos, aprovechando las supuestas propiedades curativas de las aguas. Durante el siglo XIX, la zona se convirtió en un destino popular para los aristócratas peruanos que buscaban escapar del calor y disfrutar de las supuestas propiedades curativas del agua y el barro del oasis.
Con el tiempo, la fama de Huacachina creció, atrayendo a viajeros de todo el mundo. En la década de 1940, se construyeron los primeros hoteles y restaurantes alrededor del oasis para dar cabida a los turistas. Sin embargo, el oasis sufrió un declive debido a la disminución del nivel del agua y la erosión de las dunas.
En las últimas décadas, Huacachina ha experimentado un renacimiento turístico, atrayendo a visitantes de todo el mundo que vienen a disfrutar de actividades como paseos en buggy por las dunas y sandboarding. Se han construido más hoteles, restaurantes y establecimientos turísticos, convirtiendo a Huacachina en un destino imperdible en el sur de Perú y una joya del desierto sudamericano.
