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La vida del hombre en términos de supervivencia ha estado marcada por la capacidad de adaptación y la búsqueda constante de recursos para satisfacer sus necesidades básicas. A lo largo de la historia, los hombres han enfrentado diversos desafíos para asegurar su supervivencia, que han variado según el entorno geográfico, el clima y las circunstancias socioeconómicas.
En las sociedades cazadoras-recolectoras, los hombres desempeñaban un papel fundamental en la obtención de alimentos a través de la caza de animales y la recolección de plantas comestibles. Esta actividad requería habilidades físicas, conocimiento del entorno natural y trabajo en equipo para garantizar el éxito en la obtención de alimentos.
Con el surgimiento de la agricultura y la domesticación de animales, la vida del hombre se volvió más sedentaria, con la necesidad de cultivar la tierra y criar ganado para obtener alimentos. Esto implicaba un mayor compromiso con la tierra y la comunidad, así como la capacidad de gestionar recursos de manera eficiente para garantizar la supervivencia a largo plazo.
En la era moderna, la supervivencia del hombre está influenciada por una serie de factores adicionales, como el acceso a la educación, el empleo, la atención médica y los avances tecnológicos. Los hombres enfrentan presiones para contribuir económicamente al sustento de la familia, mantenerse saludables y adaptarse a un mundo en constante cambio.