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El control de puertos era crucial para las potencias imperialistas por varias razones. Primero, les permitía establecer y mantener rutas comerciales estratégicas para el intercambio de bienes y recursos. Además, los puertos proporcionaban bases navales que eran vitales para proyectar poder militar en regiones lejanas. También facilitaban el control sobre territorios coloniales y la expansión económica y política de las potencias imperialistas. En resumen, los puertos eran puntos clave para el dominio económico y político en el ámbito internacional.