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En su conquista del imperio persa, Alejandro Magno adoptó una actitud de respeto hacia los persas e hindúes que contrastaba con la típica mentalidad imperialista de la época. Después de su victoria en Issos (333 a.C.) y Gaugamela (331 a.C.), Alejandro demostró su respeto por la cultura persa al integrar muchas de sus costumbres y prácticas en su propio imperio.

Alejandro incentivó la integración cultural al casarse con la princesa persa, Estatira, y al incorporar a muchos persas e hindúes en posiciones de poder en su gobierno. También adoptó algunas prácticas religiosas y administrativas locales.

Por otro lado, los generales de Alejandro, en su mayoría macedonios, tuvieron una actitud más tradicional con respecto a los pueblos conquistados. A menudo veían a los persas y a otras poblaciones como inferiores y no estaban tan abiertos a la integración cultural. A pesar de esto, siguieron las órdenes de Alejandro y ayudaron a establecer y mantener su vasto imperio.

En resumen, mientras Alejandro Magno mostraba una actitud de respeto e integración cultural hacia los persas e hindúes, sus generales macedonios tenían una postura más reservada y menos abierta hacia las poblaciones conquistadas.