Respuesta:
En un pequeño pueblo llamado Arboleda, vivía un presidente autoritario y prepotente que gobernaba con mano dura, sin importarle los problemas y sufrimientos de su pueblo. Un día, durante una visita a un orfanato, el presidente se encontró con un niño ciego llamado Mateo. Al intentar acercarse a él, el niño ciego le dijo con firmeza: "Váyase, déjeme solo".
Estas palabras resonaron en la mente del presidente y lo dejaron desconcertado. Por primera vez en mucho tiempo, sintió un profundo dolor y soledad en su interior. Comenzó a reflexionar sobre su forma de gobernar y cómo había perdido el respeto y la empatía hacia su pueblo.
El presidente decidió hacer un cambio en su forma de ser y de actuar. Comenzó a promover campañas de inclusión y igualdad en su país, luchando contra la discriminación y la desigualdad. Empezó a valorar la diversidad y a fomentar la tolerancia y el respeto hacia todas las personas, sin importar su condición.
Con el tiempo, el presidente logró transformarse en un líder justo y equitativo, que promovía la dignidad y la igualdad de todos los ciudadanos de Arboleda. Su pueblo lo reconoció como un ejemplo de cambio y progreso, y juntos construyeron una sociedad más justa y solidaria, donde todos tenían las mismas oportunidades y derechos.
La historia de Mateo y el presidente de Arboleda se convirtió en un símbolo de la importancia de la igualdad y el respeto mutuo en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.
Explicación:
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