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El grosor del friso puede variar dependiendo del tipo de material y el diseño específico. En general, los frisos pueden tener un grosor que va desde unos pocos milímetros hasta varios centímetros, dependiendo de factores como el estilo arquitectónico, la resistencia necesaria y las preferencias estéticas. Por lo tanto, no hay un grosor estándar definido para todos los frisos.