Respuesta :

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Había una vez una joven llamada Alicia, recién casada con un apuesto joven llamado Jordán. La pareja vivía feliz en una hermosa casa, rodeada de lujos y comodidades. Sin embargo, desde hacía días, Alicia había estado sintiendo un extraño malestar en su cuello, como si algo la oprimiera mientras dormía.

Una noche, mientras Jordán dormía plácidamente a su lado, Alicia sintió cómo el malestar en su cuello se intensificaba. Decidió levantarse y revisar su almohada en busca de alguna explicación. Al retirar la funda de la almohada, encontró una mancha de sangre seca en uno de los extremos. Alarmada, comenzó a buscar entre el relleno de plumas y encontró algo que la dejó horrorizada: una aterradora criatura blanca y esponjosa, con enormes dientes afilados, se retorcía entre las plumas.

Alicia soltó un grito de espanto y Jordán se despertó sobresaltado. La joven le mostró la criatura que había encontrado en su almohada, pero para su sorpresa, Jordán parecía no haberla visto. Aterrorizada, Alicia se dio cuenta de que la criatura estaba absorbiendo lentamente la vida de su esposo a través de sus sueños.

Desesperada, Alicia buscó ayuda en un anciano brujo que vivía en las afueras del pueblo. El brujo le reveló que la criatura en realidad era un demonio que se alimentaba de los pensamientos y emociones de las personas a través de las plumas de las almohadas. Para liberar a Jordán de su influencia, Alicia debía enfrentarse al demonio en una batalla mental y emocional.

Con valentía y determinación, Alicia se adentró en el mundo de los sueños, donde el demonio intentaba dominarla con sus engaños y trampas. Pero Alicia se aferró a su amor por Jordán y logró contrarrestar los ataques del demonio con sus propios pensamientos positivos y emociones puras.

Finalmente, el demonio fue derrotado y desapareció de la almohada. Alicia despertó a Jordán, quien se encontraba recuperado y libre de la influencia del demonio. La pareja se abrazó con fuerza, agradeciendo haber superado juntos aquel terrible desafío.

Desde entonces, Alicia y Jordán durmieron con almohadas rellenas de algodón, lejos de las plumas que habían traído tanto sufrimiento a sus vidas. Y juntos, siguieron adelante, fortaleciendo su amor con cada nuevo amanecer.