La Revolución Francesa fue un período de profundos cambios políticos, sociales y culturales que ocurrió en Francia a finales del siglo XVIII. Comenzó en 1789 con la convocatoria de los Estados Generales, una asamblea que representaba a los tres estamentos de la sociedad francesa: el clero, la nobleza y el Tercer Estado (la burguesía y el campesinado).
La Revolución Francesa fue impulsada por una combinación de factores, que incluyen la influencia de las ideas de la Ilustración, las tensiones sociales debido a la opresión política y económica, y la bancarrota financiera del Estado francés. Entre las principales demandas de los revolucionarios estaban la igualdad ante la ley, la libertad de expresión, la separación de poderes y la abolición del antiguo régimen feudal.
Durante la Revolución Francesa, se produjeron una serie de eventos significativos, incluyendo la Toma de la Bastilla (14 de julio de 1789), la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la ejecución del rey Luis XVI y la instauración del gobierno republicano. La Revolución también fue marcada por la violencia, incluyendo la época del Terror, durante la cual miles de personas fueron ejecutadas por guillotina.
Aunque la Revolución Francesa trajo consigo importantes avances en términos de derechos civiles y políticos, también resultó en una considerable inestabilidad política y social, así como en la ascensión de líderes autoritarios como Napoleón Bonaparte. Su legado perdura como un evento seminal en la historia mundial que inspiró movimientos revolucionarios en todo el mundo.
