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Después de la muerte de Mahoma, que ocurrió en el 632 d.C., se produjo una sucesión de líderes en la comunidad musulmana que eventualmente llevaría al surgimiento de los califatos. Los seguidores de Mahoma se dividieron en suníes y chiíes, con diferentes interpretaciones sobre quién debía ser el líder de la comunidad musulmana. Esto condujo a conflictos internos y luchas por el poder. En general, tras la muerte de Mahoma, se produjo un período de incertidumbre y tumulto que eventualmente daría forma al desarrollo del Islam como una religión global.