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Un país desarrollado generalmente se caracteriza por tener un alto nivel de ingresos per cápita, una infraestructura avanzada, un sistema educativo y de salud sólido, así como instituciones políticas estables. Además, su economía suele estar diversificada y cuenta con una fuerza laboral altamente calificada. También suelen tener altos estándares de vida y acceso a tecnologías avanzadas.

Por otro lado, un país en vías de desarrollo tiende a enfrentar desafíos en cuanto a ingresos per cápita más bajos, infraestructura menos desarrollada, sistemas de educación y salud menos accesibles, así como instituciones políticas menos estables. Sus economías pueden depender en gran medida de la agricultura o de industrias menos desarrolladas, y la pobreza y desigualdad suelen ser más pronunciadas.