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La metáfora de tener "raíces" en el cuento se utiliza para transmitir la idea de arraigo, conexión y continuidad. Al referirse a los edificios y las costumbres cotidianas como tener raíces, se establece una analogía entre ellos y las plantas que se arraigan en el suelo.

En el caso de los edificios, esta metáfora sugiere que están arraigados en un lugar específico, que forman parte de la historia y la identidad de ese lugar. Los edificios representan la presencia física y duradera de una comunidad, y a través de ellos se transmiten tradiciones, historias y valores.

Por otro lado, al referirse a las costumbres cotidianas como tener raíces, se resalta la idea de que estas prácticas y rutinas forman parte esencial de la vida de las personas y están profundamente arraigadas en su cultura y forma de vida. Las costumbres cotidianas son como las raíces que sostienen y nutren a una comunidad, proporcionando estabilidad y continuidad.

En resumen, la metáfora de tener raíces en el cuento enfatiza la importancia de la conexión, el arraigo y la continuidad en relación con los edificios y las costumbres cotidianas. Destaca la idea de que estos elementos son fundamentales para la identidad y la supervivencia de una comunidad.