Respuesta :

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Había una vez un hombre llamado Juan, quien siempre se jactaba de su modestia y humildad. Sin embargo, detrás de su aparente modestia, se escondía un ego desmedido. Cada vez que hacía algo bueno, lo atribuía a la suerte o a la ayuda de los demás, mientras secretamente se deleitaba en la admiración que recibía. Su falsa humildad lo llevó a perder la confianza de quienes lo rodeaban, quienes finalmente descubrieron su verdadera naturaleza. Al final, Juan aprendió que la verdadera humildad no necesita ser proclamada; se demuestra con acciones genuinas, no con palabras vacías.

Explicación:

pues ns

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