El mayor Índice de Desarrollo Humano (IDH) de los países de América del Norte en comparación con América Central y del Sur, a pesar de que estos últimos tienen una mayor productividad agrícola, puede explicarse por varios factores. En primer lugar, la productividad agrícola no se traduce directamente en desarrollo humano. Si bien la agricultura es un sector esencial, el desarrollo humano abarca varios aspectos como la educación, la salud y los ingresos. Los países de América del Norte han invertido significativamente en estas áreas, lo que ha generado mejores oportunidades educativas y sistemas de salud. Por ejemplo, según el Banco Mundial, la tasa neta de matrícula en educación primaria en América del Norte es del 100%, mientras que en América Central es solo del 86% y en América del Sur del 83% (Banco Mundial, 2021). De manera similar, la esperanza de vida al nacer es mayor en América del Norte (79,5 años) que en América Central (74,4 años) y América del Sur (72,3 años) (Banco Mundial, 2021).
En segundo lugar, influye la composición de la producción agrícola. En muchos países de América Central y del Sur, la agricultura sigue siendo un sector intensivo en mano de obra con baja productividad por trabajador debido a técnicas agrícolas obsoletas y la falta de acceso a tecnología moderna (FAO, 2021). Por el contrario, la agricultura en América del Norte es más mecanizada y productiva debido a la tecnología avanzada y a las explotaciones agrícolas más grandes (USDA, 2021). Sin embargo, esto no significa que la productividad agrícola sea insignificante para el desarrollo humano; más bien, destaca que otros factores como la educación y la atención sanitaria son cruciales para el desarrollo humano.
Por último, las estructuras económicas también contribuyen a la diferencia en el IDH entre América del Norte y América Central/Sur. Las economías de los países de América del Norte están más diversificadas con una presencia significativa de industrias manufactureras y sectores de servicios junto con la agricultura (Banco Mundial, 2021). Esta diversidad económica conduce a un crecimiento económico más estable y mejores oportunidades laborales para sus poblaciones. Por el contrario, muchos países de América Central y del Sur siguen dependiendo en gran medida de la agricultura para sus exportaciones y empleo (FAO, 2021). Esta dependencia económica de la agricultura hace que sus economías sean más vulnerables a shocks externos como las fluctuaciones en los precios de las materias primas o las condiciones climáticas.
