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La afirmación "si todos luchan por sus propias convicciones en el mundo entonces no habría guerra" presenta una paradoja porque, aunque suene ideal en teoría, la realidad es mucho más compleja. La idea de que cada individuo luche por sus convicciones puede llevar a conflictos, ya que las convicciones de una persona pueden entrar en conflicto con las de otra.

Además, los intereses políticos, económicos, territoriales y religiosos también desempeñan un papel importante en el origen de los conflictos y las guerras a lo largo de la historia. Incluso cuando las personas luchan por sus propias convicciones, estas pueden chocar con las de otros, lo que puede desencadenar tensiones y enfrentamientos.

Por lo tanto, la paradoja radica en la idea de que la mera defensa de las convicciones individuales no garantiza la ausencia de conflictos o guerras a nivel global, ya que existen numerosos factores que influyen en la dinámica internacional.