La narrativa bíblica indica que Jesús no nació en la casa de sus padres, José y María, debido a las circunstancias en las que se encontraban durante el momento de su nacimiento. Según el relato del Evangelio de Lucas, María y José vivían en Nazaret, pero debido al censo ordenado por el emperador romano Augusto, José tuvo que ir a Belén, la ciudad de David, porque era de la casa y familia de David. Este viaje a Belén, que se encontraba a unos 160 kilómetros de Nazaret, fue necesario para que José pudiera registrarse junto con María, que estaba embarazada, en el censo.
Cuando llegaron a Belén, no encontraron lugar en las posadas o casas disponibles, y finalmente terminaron dando a luz a Jesús en un establo o pesebre, ya que no había lugar para ellos en la posada. Este relato se encuentra en el Evangelio de Lucas, capítulo 2, versículos del 1 al 7.
Así, Jesús no nació en la casa de sus padres porque estaban lejos de Nazaret, en Belén, y no encontraron hospedaje adecuado, lo que llevó a su nacimiento en un entorno humilde como un establo. Esta narrativa se ha convertido en un aspecto central de la historia del nacimiento de Jesús en la tradición cristiana.
