La experiencia llevada a cabo por Darwin con los coleóptilos fue parte de sus estudios sobre la respuesta de las plantas a la luz. Los coleóptilos son estructuras protectoras que cubren los brotes de las plantas, especialmente en las gramíneas.
En su experimento, Darwin observó que al exponer los coleóptilos de las plántulas de avena a la luz unilateral, estos se curvaban hacia la fuente de luz. Con base en sus observaciones, Darwin concluyó que las plantas son capaces de percibir la dirección de la luz y responder a ella mediante el crecimiento diferencial de sus tejidos.
Los receptores responsables de esta respuesta a la luz se encuentran en la punta de los coleóptilos. Estos receptores son sensibles a la luz y desencadenan una serie de respuestas bioquímicas que conducen a la curvatura de la planta en dirección a la fuente luminosa.
En resumen, la experiencia de Darwin con los coleóptilos demostró la capacidad de las plantas para percibir y responder a estímulos ambientales, como la luz, a través de mecanismos de crecimiento direccionales.
