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En Juan 19:25-27, se narra el momento en el que Jesús, crucificado, ve a su madre y al discípulo amado junto a ella. Jesús le dice a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo", refiriéndose al discípulo, y luego le dice al discípulo: "Ahí tienes a tu madre". Esta escena es una reflexión profunda sobre el amor filial y la importancia de cuidar y proteger a nuestros seres queridos, incluso en momentos difíciles. También se interpreta como un acto de confianza y entrega, mostrando la preocupación de Jesús por el bienestar de su madre aun en medio de su propio sufrimiento. Es un ejemplo de amor y responsabilidad que nos invita a reflexionar sobre nuestras relaciones familiares y la importancia de cuidar unos de otros.