Respuesta:
Había una vez un hombre llamado Elías, que se encontraba en la cárcel por un crimen que no había cometido. Él era un simple pescador que había sido acusado injustamente. Una noche, mientras estaba en su celda, Elías recordó cómo había llegado a esa situación. Unos días atrás, había salido a pescar con su amigo Alejandro, cuando se encontraron con un barco naufragado y decidieron ayudar a los tripulantes. Sin embargo, lo que no sabían era que ese barco estaba involucrado en actividades ilegales y, al intentar salvarlos, se vieron envueltos en un conflicto peligroso. De repente, un guardia interrumpió sus pensamientos para llevarlo ante el juez, quien finalmente escuchó su versión de los hechos y lo declaró inocente. Elías salió en libertad y pudo retomar su vida, agradecido por la oportunidad de demostrar su inocencia. A partir de ese momento, juró nunca subestimar el valor de la justicia y la importancia de la amistad verdadera.
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