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La lógica de la argumentación se aplica a través de argumentos dialécticos en la vida cotidiana, donde no siempre se utilizan símbolos como en matemáticas. En estos argumentos, se basan en premisas aceptadas por la mayoría o por personas consideradas sabias. Sin embargo, la aceptación de una premisa por muchos no garantiza su veracidad, ya que pueden estar equivocados.

En la argumentación, no solo se busca establecer la verdad o falsedad de una proposición, sino también persuadir a alguien para que actúe de cierta manera. Por ejemplo, un político busca convencer a votar por él, un publicista vender un producto, un sacerdote indicar lo correcto o incorrecto, entre otros.

En los argumentos dialécticos, se considera el auditorio al que se dirige para persuadir, teniendo en cuenta sus creencias y valores. Es importante ser creativo, respetuoso, estratégico y oportuno al hablar para lograr persuadir.

En un diálogo constructivo, la buena fe, la cooperación y el respeto mutuo son fundamentales. En este sentido, se enumeran algunas reglas para una conversación honesta y productiva.