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Una sociedad contaminada o con degradación de la naturaleza (y con ello, de sus recursos naturales) no puede ser verdaderamente una sociedad desarrollada con calidad de vida.
El desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente son fundamentales para alcanzar una alta calidad de vida a largo plazo. Una sociedad que degrada sus recursos naturales y contamina su entorno no puede decirse que esté realmente desarrollada, a pesar de poder tener indicadores económicos positivos a corto plazo.
La calidad de vida no se mide solamente por la riqueza material o el PIB per cápita. Factores como la salud pública, la disponibilidad de recursos naturales limpios, la biodiversidad, los ecosistemas saludables y un medio ambiente equilibrado son también esenciales para el bienestar humano y el desarrollo integral de una sociedad.
Una sociedad contaminada enfrenta graves problemas de salud pública, agotamiento de recursos, pérdida de biodiversidad y desequilibrios ambientales que a la larga socavan la calidad de vida de la población. El acceso limitado a agua potable, aire puro, tierras fértiles y ecosistemas funcionales reduce drásticamente el bienestar general.
Por el contrario, las sociedades que logran armonizar su desarrollo económico con la protección de la naturaleza y el uso sostenible de los recursos, son las que verdaderamente alcanzan altos niveles de calidad de vida para todos sus ciudadanos. Esto requiere políticas, tecnologías e incentivos que promuevan la sustentabilidad y la preservación del medio ambiente.
En conclusión, una sociedad contaminada o con grave deterioro ambiental no puede considerarse realmente desarrollada, pues carece de las condiciones ambientales y de recursos naturales que son indispensables para una elevada calidad de vida a largo plazo. El desarrollo sostenible, respetuoso del medio ambiente, es la clave para lograr sociedades prósperas y con bienestar para todos.