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Miski, la vicuñita, era un animal pequeño y ágil, con un pelaje suave y una mirada tierna. A pesar de estar herida en una pata, su rostro reflejaba una mezcla de valentía y vulnerabilidad. Sus ojos oscuros brillaban con curiosidad y afecto mientras interactuaba con las personas que la cuidaban.
Tenía cintas de colores en las orejitas, lo que la hacía destacar entre las demás vicuñas. Estas cintas le daban un aspecto alegre y juguetón, y parecía que disfrutaba lucirlas mientras correteaba por el campo.
A pesar de su situación, Miski irradiaba una energía positiva y un espíritu de resiliencia. Aunque inicialmente asustada y necesitada de cuidados, con el tiempo mostraba confianza y afecto hacia aquellos que la rodeaban. Era un ser especial, apreciado por Flora y Leonardo, quienes la cuidaban con cariño y dedicación.
En resumen, Miski era una vicuñita encantadora y encantadora, cuya presencia iluminaba el campo y llenaba de alegría a quienes tenían la suerte de conocerla.