Se refiere al hecho de que Kutu, a diferencia de los otros niños de su edad, muestra una sensibilidad y empatía más grande y distintiva, características que a menudo se asocian culturalmente con las mujeres (Una mujer amable y un hombre rudo). En el contexto del cuento, esta frase refleja la forma en que Kutu es percibido por los otros personajes y cómo su personalidad contrasta con la masculinidad tradicionalmente esperada en su entorno.