Respuesta :

Respuesta:Big Eyes carece de la intensidad psicológica que prometía la pugna constante entre Margaret y Walter; sin embargo, la desolación de ella llega a ser bien representada mediante la sensación de encierro en el claustrofóbico taller en el que la artista producía cuadro tras cuadro. Dejando de lado sus recurrentes tropos extravagantes, tanto visuales como narrativos, Burton –salvo una tenebrosa secuencia de espeluznantes alucinaciones donde la gente real tiene los ojos hinchados, y cuya puesta en escena incluye las cajas de Brillo y las latas de sopa Campbell que pronto inspirarían a Andy Warhol– se enfoca en retratar a la mujer acorralada en un mundo controlado por los hombres. Ciertamente hay una dinámica feminista en la historia de vida de Margaret, quien es una mujer insegura, recluida en un círculo domestico que tuvo que escapar de las ataduras de un matrimonio abusivo para colocarse en el centro del escenario artístico por sí sola. Burton le rinde tributo a Margaret con este filme, pero el director no le pide al público que se deje cautivar por las pinturas per se; en ese sentido, se abre la posibilidad de que el espectador elija si un estilo tan repetitivo posee un enorme mérito artístico. El director es lo suficientemente inteligente para ver el legado de Margaret Keane con una mirada de distancia crítica, reconociendo la porosa frontera entre el buen gusto y el kitsch, el choque frecuente de sensibilidades populistas y elitistas, y la subjetividad inherente de la respuesta de un espectador ante un cuadro de Margaret. El filme se limita a aceptar que la creadora artística fue, al final del camino, sincera consigo misma, y que ese acto en sí merece ser reconocido como tal.

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