El texto
Lea con atención el texto: Cambiemos las hojas, jamás las raíces de Luis Alberto De León Alcántara y al finalizar, conteste las preguntas que aparecen a continuación de la lectura.

1- ¿Cuál es el tema central del texto?


2- ¿Cuántos párrafos contiene el texto?


3- ¿A qué parte de la estructura interna del texto corresponde el párrafo tres? Justifica tu respuesta.


4- Lee cuidadosamente el siguiente párrafo del texto “Cambiemos las hojas, jamás las raíces”.
En definitiva, hay que vivir con los pies en la tierra antes de soñar con estar con ellos en la luna. No nos podemos pasar la vida entera viviendo de ingenuidad y elevando nuestro corazón fuera de la realidad, aspirando a ser Superman o el hombre araña, sin ser conscientes que ellos son personas de películas, no seres reales. Pues, una cosa es ser optimista y otra es construir lo que somos tomando en cuenta la realidad en la que estamos plantados. Por eso, puedes cambiar tus hojas pero no cambies jamás tus raíces, porque son tu identidad y el ADN de lo que eres.
Ahora, escribe en el espacio correspondiente lo que se le solicita en relación con el párrafo anterior
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Aquí abajo le dejaré el texto para responder la pregunta de arriba

Texto⬇️

Cambiemos las hojas, jamás las raíces
Nuestro mundo está conformado por cuatro estaciones en el año: primavera,
verano, otoño e invierno. Y precisamente en el otoño comienzan las hojas de los
árboles a caerse, volviéndose todo triste, melancólico, y la naturaleza refleja que
se va quedando sin esperanza y sin optimismo. Pero luego descubrimos, que Dios
creó un mundo tan perfecto, que este proceso es necesario para que las plantas
mismas se puedan renovar, embellecerse y para que sea posible, además, la
permanencia de un planeta hermoso y lleno de vida.
Sin embargo, si nos fijamos bien, los árboles solamente cambian las hojas, nunca
las raíces, solo modifican el exterior, jamás su interior. Este dato parece simple,
insignificante a la vista de muchos, pero en el fondo nos está diciendo una gran
verdad: podemos cambiar todo, pero nunca lo que sostiene la propia existencia,
porque si ignoramos esto e intentamos hacer todo lo contrario, es decir, cambiar
la esencia, entonces el árbol completo moriría. Ya que, si nos detenemos
detenidamente, son las raíces que alimentan las hojas, es el corazón mismo de la
naturaleza que sostiene todo lo que pueden observar nuestros ojos.
Este ejemplo de las hojas y las raíces, nos pueden iluminar en la realidad actual
en la que estamos inmersos todos. Pues, hoy se aboga por cambiar todo: la familia,
las costumbres, los principios, los valores. En fin, hay una tendencia insistente de
sostener que todo lo anterior a esta generación, ya no sirve, pasó de moda y, por
tanto, debe ser cambiado, quitado, sustituido por otra cosa nueva.
Ahora bien, la intención de los que proponen cambiarlo todo: ideas, pensamientos,
fundamentos e incluso las raíces que sostiene lo que somos y tenemos,
aparentemente da la impresión que es una propuesta genial, excelente y digna de
admirar. Pero ignoran que las emociones, los sentimientos y los caprichos
humanos no pueden ser los argumentos utilizados para mirar el mundo, porque
hay límites y realidades que deben primero ser conocidas antes de emprender
cualquier plan y proyecto. Ya que podemos caer en la tentación de pasar de creer
que somos el Creador, cuando lo que realmente somos es criatura.
El poeta, dramaturgo y novelista francés, Víctor Hugo, dijo una vez: “Cambia de
opinión, mantén tus principios; cambia tus hojas, mantén intactas tus raíces”,
porque si todo fuera cambiable, modificable, significa entonces que de una forma
o de otra, Dios se equivocó e incluso hasta Él mismo debe ser cambiado.
En definitiva, hay que vivir con los pies en la tierra antes de soñar con estar con
ellos en la luna. No nos podemos pasar la vida entera viviendo de ingenuidad y
elevando nuestro corazón fuera de la realidad, aspirando a ser Superman o el
hombre araña, sin ser conscientes que ellos son personas de películas, no seres
reales. Pues, una cosa es ser optimista y otra es construir lo que somos tomando
en cuenta la realidad en la que estamos plantados. Por eso, puedes cambiar tus
hojas pero no cambies jamás tus raíces, porque son tu identidad y el ADN de lo
que eres.
Por: Luis Alberto De León Alcántara