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La Sombra del Jazz

El humo del cigarrillo de Jack se elevaba como un fantasma en la penumbra del bar "El Gato Negro". La música jazz, con su ritmo frenético y melancólico, se mezclaba con el murmullo de las conversaciones y el tintineo de los vasos. Jack, detective privado con un pasado turbio, se hundía en su silla, observando a la mujer de rojo que se movía con sensualidad en la pista de baile. Era la única que no parecía afectada por la atmósfera cargada de secretos y peligros.

Esa noche, la habían llamado para un caso: la desaparición de un famoso saxofonista, "El Gato", quien había dejado un rastro de notas musicales y una sombra de misterio. Jack, con su intuición afilada y su corazón endurecido por la vida, aceptó el caso.

La investigación lo llevó por los callejones oscuros del barrio, donde la música jazz era un grito de libertad y desesperación. Se encontró con músicos con miradas de lobo, bailarinas con labios pintados de rojo pasión y mafiosos con manos que olían a pólvora. Cada pista lo acercaba más a la verdad, pero también lo hundía más en la oscuridad.

El Gato Negro, el bar donde todo comenzó, se convirtió en el epicentro de la investigación. Jack descubrió que El Gato estaba envuelto en un mundo de apuestas clandestinas, drogas y rivalidades entre bandas. Las notas musicales que dejó eran un código, un mapa hacia la verdad.

En un enfrentamiento final, Jack se encontró cara a cara con el asesino, un pianista de dedos ágiles y corazón frío. La música se convirtió en un arma, una melodía de muerte que resonaba en la noche.

Jack, con su habilidad y su determinación, logró desenmascarar al asesino y descubrir la verdad detrás de la desaparición de El Gato. La sombra del jazz se desvaneció, pero el sabor amargo del misterio quedó grabado en la memoria de Jack, un detective marcado por la oscuridad y la belleza de la noche.

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