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Recuerdo claramente aquella tarde de verano en la que todo cambió. Estaba sentado en el banco del parque, bajo la sombra de un viejo árbol, dejando que mi mente divagara entre recuerdos y anticipaciones. De repente, mientras observaba a los niños correr y jugar a mi alrededor, fui transportado de manera repentina a un día de invierno años atrás.

La analepsis me llevó de vuelta a ese invierno frío y ventoso. Recuerdo cómo las hojas crujían bajo mis pies mientras caminaba por el parque, abrigado hasta las orejas. Me senté en el mismo banco, mirando a los árboles desnudos y recordando las conversaciones que tuve allí mismo con amigos que ya no están. La melancolía se mezclaba con la nostalgia mientras evocaba aquellos momentos que parecían haber ocurrido hace una eternidad.

Pero la prolepsis también jugó su papel esa tarde de verano. Mientras seguía perdido en mis pensamientos, visualicé el futuro con claridad sorprendente. Vi a los niños que jugaban alegremente frente a mí crecer, convertirse en adultos, formar familias y enfrentar desafíos que aún no habían experimentado. Me vi a mí mismo en ese futuro, reflexionando sobre este día en el parque y las decisiones que tomé desde entonces.

Así, entre analepsis y prolepsis, aquella tarde se convirtió en un puente entre mi pasado y mi futuro, conectando recuerdos con expectativas en un instante evocador y lleno de significado.

Espero te sirva, saludos.