Hay una frase que, equivocadamente, pretende resumir todo el contenido y el concepto de Memoria
Histórica. Nos referimos a “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”. Para que
evoque realmente lo que es la Memoria Histórica, deberíamos matizarla añadiendo que “el pueblo
que no conoce su historia no comprende su presente y, por lo tanto, no lo domina, por lo que son
otros los que lo hacen por él”. Ese dominio se manifiesta en lo ideológico-cultural, en lo económico y
en lo político. El desconocimiento provoca falta de comprensión sobre los procesos históricos que
han dado como resultado nuestro presente, generando un profundo déficit democrático que se
sustancia día a día en una sociedad despolitizada y poco participativa. Vivimos una democracia de
bajo nivel y una de las causas es que está asentada sobre el olvido.
La idea de memoria histórica contiene un amplio universo de referencias. En nuestro país, nos
traslada de forma automática a las trayectorias de las personas que vivieron la Guerra Civil y la
posguerra desde el lado de los perdedores y a la ausencia de reconocimiento de su sufrimiento, su
dolor y su condición de víctimas.
Memoria y resiliencia
Los testimonios de las personas que prestan su memoria para complementar la historia con
documentos y relatos que no se encuentran en los archivos y libros históricos reflejan su capacidad
de supervivencia y de resistencia, de superación de momentos traumáticos y de desarrollo de una
identidad que les permite conservarse y hacer coherente su ideología con el contexto en que
tuvieron que relacionarse y vivir. Reflejan, por tanto, su capacidad resiliente.
Recoger testimonios orales y utilizar la memoria como objeto de estudio comporta, no obstante,
algunos inconvenientes asociados a la peculiaridad del vehículo de análisis de los hechos: los
recuerdos. Las memorias se pueden borrar, modificar o ampliar, y son susceptibles de tergiversar
aquello que ocurrió. Al mismo tiempo, representan una herramienta de reconstrucción de los hechos
del pasado a través de una mirada del presente. De esta forma la memoria es un elemento cargado
de subjetividad, pero con gran capacidad simbólica.
La memoria histórica: una apuesta por la paz.
Los trabajos de esclarecimiento histórico realizadas por el Grupo
y el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) en los
últimos diez años, han permitido construir el relato de lo que nos
sucedió desde diversas voces, miradas, enfoques y
protagonistas.
Sesenta años de conflicto armado han dejado huella sobre gran
parte de la sociedad colombiana. Los campos y ciudades han
vivido cambios sustanciales, luego de que millones de personas
abandonaran sus territorios por causa de la violencia y tuvieran que reconstruir sus vidas en lugares
desconocidos. La afectación psicosocial también ha sido protagonista. En muchas regiones de
Colombia el miedo persiste, las heridas siguen abiertas, subsisten las estigmatizaciones y asesinatos
a líderes sociales, así como la polarización y la fragmentación. Por eso es necesario constatar que
el pasado doloroso no se ha cerrado.
Desde hace diez años el Grupo de Memoria Histórica, y luego el Centro Nacional de Memoria
Histórica (CNMH), han recogido las narraciones de las víctimas de la violencia, en búsqueda de
sustituir la venganza por la esperanza y así, con el tiempo, abrir el camino para la reparación, la
justicia social y la consolidación de un país democrático.
Steve J. Stern, quien realizó el informe “La memoria nos abre camino”, luego de analizar los informes
del CNMH, señala que la guerra en Colombia ha generado tres dinámicas: soledad, dignidad y
solidaridad. Stern habla de soledad para referirse a las víctimas que quedaron a merced de los grupos
armados ilegales por el olvido y el abandono del Estado; una soledad que persisten por la indiferencia
social. Por otro lado, habla de dignidad para hacerle un reconocimiento a las luchas y las resistencias
de las víctimas, y para reiterar en el protagonismo humano que debe haber en los procesos de
memoria. Y de solidaridad, para insistir en que no podemos caer en la indiferencia y la
deshumanización.
“En otras palabras, la memoria abre camino, pues la idea de propiciar la narración para
sustituir la venganza representa una esperanza y también la fuerza de la memoria histórica.
Abre camino para la reparación, para una justicia social plena, que incluye la dimensión
penal pero incluso va más allá, y para la esperanza de consolidar un país democrático. En
palabras de una víctima a quien le asesinaron a su padre: ‘queremos una memoria para que
todos quepamos en este país’”

hacer ensayo​