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La crisis de valores afecta de manera integral a individuos, familias, comunidades e instituciones. Su impacto puede ser profundo y duradero, erosionando los cimientos de una sociedad saludable y funcional. Es crucial abordar esta crisis mediante la promoción de valores sólidos y éticos en todos los aspectos de la vida, desde la educación y la familia, hasta las políticas públicas y los medios de comunicación. Recuperar y fortalecer los valores fundamentales es esencial para construir una sociedad más justa, cohesionada y resiliente.