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Durante la Segunda Guerra Mundial, la economía se centró en la producción militar, con una gran movilización de recursos hacia la fabricación de armas, municiones y suministros para apoyar el esfuerzo bélico. Muchos países adoptaron políticas de control de precios, racionamiento y regulación de la mano de obra para dirigir los recursos hacia la guerra. Esto llevó a un aumento significativo del empleo y la producción en sectores relacionados con la guerra, pero también a escasez y restricciones en la vida cotidiana.