Respuesta :

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Había una vez en un barrio de Ciudad de México, un chavo llamado Juanito, quien era conocido en toda la colonia por ser el mero, mero de las tortillas. A Juanito le encantaba la vida en el barrio, siempre andaba al tiro con sus cuates, echándose unas buenas retas de futbolito y, de vez en cuando, armando una carnita asada en la azotea del edificio donde vivía.

Una tarde, después de un largo día de chambear en la tortillería de su tío, Juanito decidió echarse una caminata por la plaza. Al llegar, se encontró con su mejor amigo, el Chucho, que estaba parado en la esquina, dándole a la caguama.

—¡Qué onda, Juanito! —le saludó Chucho—. ¿Cómo te fue hoy en la chamba?

—Pues ya sabes, carnal —respondió Juanito—, un chingo de jale, pero al menos ya se acabó el día. ¿Qué pedo, vamos por unas chelas?

—¡Va que va! Pero primero tengo que contarte una cosa —dijo Chucho, mirándolo con una sonrisa pícara—. ¿Te acuerdas de la Lupita, la que vive en la otra cuadra?

—Simón, la que trabaja en la tienda de don Pedro, ¿qué con ella?

—Pues resulta que anoche, cuando andaba de ronda, la vi con el Pepito, el que siempre anda metido en broncas. ¡Estaban bien acaramelados!

—¡N'ombre, no me digas! —exclamó Juanito, sorprendido—. ¿Y qué hicieron?

—Pues nada, solo les eché un grito para que se fueran a su casa. Pero te juro que esos dos traen algo entre manos.

Juanito y Chucho se dirigieron a la tiendita de doña Concha, donde siempre se reunían los cuates del barrio. Ahí estaban ya el Beto y la Mariela, discutiendo sobre el próximo partido del Cruz Azul.

—¡Qué tranza, bandita! —dijo Juanito al llegar—. Hoy nos toca chelear, ¿no?

—¡Eso mero! —respondió Beto—. Ya tenía rato que no nos juntábamos todos.

Mientras platicaban y reían, llegó la Lupita, quien saludó a todos con una sonrisa. Juanito no pudo evitar pensar en lo que le había contado Chucho.

—Oye, Lupita —dijo él, tratando de sonar casual—, ¿cómo te ha ido?

—Bien, gracias, Juanito. La tienda ha estado medio floja, pero ahí vamos.

—¿Y qué tal con el Pepito? —preguntó Chucho, lanzándole una mirada traviesa.

Lupita se sonrojó un poco, pero respondió con firmeza.

—Ah, pues es un buen amigo. Nada más.

El tema quedó en el aire, y la conversación siguió su curso normal. Todos disfrutaron de la noche, compartiendo anécdotas y risas. Al final, cuando ya era hora de irse, Juanito caminó a casa con una sensación extraña en el pecho. No estaba seguro de qué pensar sobre Lupita y Pepito, pero decidió no darle más vueltas al asunto.

Los días pasaron y la vida en el barrio siguió su curso habitual. Juanito continuó con su rutina en la tortillería y sus reuniones con los cuates. Un sábado por la noche, mientras se preparaba para ir al cine con sus amigos, recibió un mensaje de Lupita.

—Hola, Juanito. ¿Podemos hablar? Necesito tu ayuda.

Intrigado, Juanito respondió que sí y se dirigió a la casa de Lupita. Al llegar, la encontró nerviosa y preocupada.

—¿Qué pasa, Lupita? —preguntó, tratando de calmarla.

—Es Pepito —dijo ella, con la voz temblorosa—. Se ha metido en un lío grande, y no sé qué hacer.

—Tranquila, vamos a resolverlo juntos. Cuéntame todo.

Lupita le explicó que Pepito había caído en una tranza con unos tipos peligrosos y ahora estaba en problemas. Juanito sabía que no podía dejar sola a Lupita, así que decidió ayudarla a buscar una solución.

Reunieron a los cuates del barrio y juntos idearon un plan para sacar a Pepito del apuro. Con la ayuda de todos, lograron enfrentar a los malhechores y resolver el problema sin mayores complicaciones. Pepito, agradecido, prometió cambiar su vida y alejarse de los malos pasos.

Desde entonces, la vida en el barrio se volvió más tranquila. Juanito y Lupita se hicieron más cercanos y, con el tiempo, comenzaron a salir juntos. El barrio entero celebró su unión, y todos se dieron cuenta de que, a pesar de los desafíos, la amistad y la solidaridad siempre prevalecían en su comunidad.

Y así, Juanito, Lupita y todos los amigos del barrio vivieron felices, disfrutando de cada momento y sabiendo que siempre podrían contar los unos con los otros.

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