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El bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki ocurrió en agosto de 1945, durante la Segunda Guerra Mundial.

El 6 de agosto de 1945, un bombardero estadounidense B-29 lanzó la primera bomba atómica sobre Hiroshima. La explosión destruyó casi toda la ciudad, matando instantáneamente a unas 70,000 personas. En los días y meses siguientes, decenas de miles más murieron debido a las heridas y la radiación.

Tres días después, el 9 de agosto de 1945, una segunda bomba atómica fue lanzada sobre Nagasaki. Esta bomba mató a aproximadamente 40,000 personas al instante, con el número de muertes aumentando posteriormente debido a la radiación.

Los bombardeos resultaron en la rendición de Japón el 15 de agosto de 1945, poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial. Estos eventos marcaron la primera y única vez que se han utilizado armas nucleares en conflicto armado, destacando el devastador poder destructivo de estas armas y cambiando la historia mundial para siempre.

La bomba atómica fue lanzada sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 por Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Estos ataques causaron una enorme destrucción y la muerte de decenas de miles de personas, con secuelas devastadoras por la radiación. Marcaron el fin de la guerra al forzar la rendición de Japón, pero también generaron un debate ético sobre el uso de armas nucleares y sus consecuencias humanitarias y medioambientales. Hiroshima y Nagasaki simbolizan la paz y el desarme nuclear, recordando los horrores de la guerra y abogando por un mundo sin armas atómicas.

sin resúmen:

La bomba atómica fue lanzada sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945 y sobre Nagasaki el 9 de agosto del mismo año, durante la Segunda Guerra Mundial. Estos ataques fueron realizados por Estados Unidos contra Japón.

En Hiroshima, la bomba detonó sobre la ciudad provocando una enorme destrucción y la muerte de decenas de miles de personas de forma inmediata, además de dejar secuelas devastadoras en la población sobreviviente debido a la radiación. Tres días después, Nagasaki sufrió un destino similar con la explosión de otra bomba atómica, causando más muertes y daños irreparables.

Estos trágicos eventos marcaron el final de la Segunda Guerra Mundial al provocar la rendición incondicional de Japón ante las fuerzas aliadas. Sin embargo, también generaron un intenso debate ético sobre el uso de armas nucleares y las consecuencias humanitarias y medioambientales que conllevan. Las ciudades de Hiroshima y Nagasaki se convirtieron en símbolos de paz y desarme nuclear, recordando los horrores de la guerra y promoviendo la búsqueda de un mundo libre de armas atómicas.